COMUNICADO

Hace seis años, la asamblea del CSO Eskuela Taller se enfrentaba a una problemática presente en muchos otros barrios obreros. Tuvimos el conocimiento de que en unas canchas públicas de la localidad un grupo de chavales sudamericanos estaba cobrando por usarlas. También sabíamos que grupos y varias organizaciones fascistas o neo-nazis venía aprovechando en los últimos tiempos dicha problemática para organizar torneos de futbito para “reconquistar” un espacio que debía ser de uso y disfrute exclusivo para españoles y de paso hacer campaña racista y sembrar el odio entre trabajadorxs de diferentes procedencias.



A quiénes formábamos por aquél entonces la asamblea del CSO nos preocupaba que dicha conyuntura pudieran aprovecharla grupos de ultraderecha para ganar prestigio entre los jóvenes castellanos, en una localidad con un fuerte sentimiento antifascista.



La experiencia del Mondiale Antirazzisti de Montechio (Italia) nos dio la inspiración para dar la vuelta a la tortilla y utilizar el mismo medio para lograr un fin completamente distinto: concienciar a la juventud del problema del racismo y del enfrentamiento entre trabajadorxs de diferentes razas y nacionalidades. El enemigo es fuerte y está unido, y sabe perfectamente que para seguir imponiéndose sobre la mayoría de la población mundial se requiere que esté enfrentada entre sí.

Por otro lado, respecto a la problemática de que unxs chavales de Alcorcón privatizasen de facto el uso de un espacio público; se atajó gracias a la oposición popular de la juventud de Alcorcón, en la que todas las razas estaban presentes. Como decían los compañeros de Hip Hop Combativo: “la calle es gratis”.



Mirando con retrospectiva, el mundialito de Alkorcón ha sido muy positivo por ser el precedente en el Estado (esta experiencia ha dado pie ha varios eventos de similares características que afortunadamente han tenido continuidad y consolidación: Torneo Carlos Palomino y Mundialito de Zaragoza, entre otros) de la realización de una jornada lúdica y reivindicativa mediante el deporte. El mundialito nos ha servido para reflexionar sobre varios temas transversales que trae consigo la práctica deportiva: machismo, competitividad. Especialmente en el segundo caso, ha sido un tema dificil, polémico, que nos ha hecho complicado encontrar un consenso respecto a si es un problema o no. La gente que ha venido participando sabe y comparte nuestra preocupación de erradicar las prácticas machistas, así como actitudes antideportivas. No se impone este año que los equipos tengan que ser mixtos, aunque así nos gustaría.

Asímismo, reintroducimos la estructura de competición y la final para los dos equipos con mejor resultado global; a la vez, que mantenemos otra final para los equipos elegidos por organización y por participantes, como aquellos que cumplen mejor con los valores del Mundialito.



Deseamos de corazón que este nuevo mundialito haya vuelto a ser un día para la convivencia y disfrute, fuera de los cauces habituales, de los movimientos sociales y políticos de Madrid. Esperamos que esta experiencia como la que estamos viviendo en los últimos tiempos desde el 15- M sirva para que aprendamos a convivir y trabajar juntas olvidando rencillas. El movimiento antagonista en Madrid es muy rico y tiene mucha potencia; pero para que sea fuerte y pueda intervenir, es necesario que sepa entender su diversidad de formas de hacer política. Todas las formas pueden ser complementarias y contribuyen a generar Otro Madrid.



Es imprescindible que estemos unidxs, nativxs y extranjerxs, anarquistas, comunistas, autónomas, postmodernxs, soberanistas; para estar a la altura de las circunstancias. La ofensiva del capital está acabando con la negociación colectiva, con nuestros derechos, nuestros salarios, nos deja sin casa y sin futuro. Los nazis aprovechan la coyuntura para dividirnos. Nuestra labor es crear tejido y codo con codo trabajar y mirar para adelante.



Porque el futuro es nuestro si así lo queremos.

Antifascistas, antirracistas y anticapitalistas; porque otra sociedad es necesaria.



Alkorcón, junio del 2011.